viernes, 12 de mayo de 2017

EL CUENTO ZEN DE LA TAZA DE TÉ


Un joven que deseaba aprender nuevos conocimientos y habilidades, acudió a un sabio Monje en el Tíbet, con la esperanza de que lo admitiera como alumno.

El viejo sabio le recibió amablemente y le invitó a tomar una taza de té. Puso delante del joven una taza y empezó a servir el té. Una vez la taza estaba llena, el sabio continuó vertiendo la bebida, la cual empezó a derramarse sobre la mesa. El muchacho, alarmado al ver que el monje no se inmutaba ante el derrame de té, gritó:

 ¡Maestro, maestro, deje de echar té en mi taza! ¡Pero no se da cuenta de que lo está derramando!

El Monje lo miró a los ojos y le respondió:

 Igual que la taza, tu mente está llena de opiniones y especulaciones. ¿Cómo vas a aprender si no empiezas por vaciar tu taza? Hasta que no seas capaz de vaciarla, ni yo ni nadie podremos poner más conocimiento en ella.

Y añadió:
No Juzgar y permanecer atento.
Igual que  la taza de té, antes de llenarnos en ocasiones debemos vaciarnos.
Vaciarnos significa tener apertura, que no es otra cosa que evitar juzgar y prejuzgar.

No hay nada que se pueda agregar en una taza llena,  una taza solo sirve cuando está vacía.

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