sábado, 7 de octubre de 2017

EL PAPEL ARRUGADO

Cuentan que un niño, tenía un  carácter impulsivo que le  hacía estallar en cólera a la menor provocación.
 Cuando se le pasaba, casi siempre se sentía avergonzado y luchaba por pedir excusas a quien había ofendido.
Un día su maestro, que lo vio dando justificaciones después de una explosión de ira a uno de sus compañeros de clase, lo llevó al aula, le entregó una hoja de papel lisa y le dijo:
¡Arrúgalo! El muchacho, no sin cierta sorpresa, obedeció e hizo con el papel una bolita.
Ahora  volvió a decirle el maestro  déjalo como estaba antes.
Por supuesto que no pudo dejarlo como estaba. Por más que trataba, el papel siempre permanecía lleno de pliegues y de arrugas.
Entonces el maestro terminó diciendo:
El corazón de las personas es como ese papel. La huella que dejas con tu ofensa será tan difícil de borrar como esas arrugas y esos pliegues.
Así aprendió a ser más comprensivo y más paciente, recordando, cuando está a punto de estallar, el ejemplo del papel arrugado.
 Reflexión:
Esta leyenda pone de manifestación la importancia de controlar la ira, saber gestionar nuestras emociones y expresar nuestro desacuerdo y enfado con asertividad.
No se trata de no enfadarse; sino de saber gestionarlo, y de saber expresar nuestro malestar, disconformidad o enfado sin atacar al otro, siempre desde el respeto, no recurrir nunca a la violencia pues es perjudicial tanto para los demás como para nosotros mismos.
 Es importante saber gestionar las frustraciones o nuestro enfado sin perder los papeles.
Ser sincero o expresar nuestras emociones no justifica  hacerlo de cualquier modo, es importante fomentar la paciencia, control de nuestras emociones y comunicación asertiva con los demás.

El respeto ha de ser un valor fundamental en nuestra vida: gracias al respeto nos evitaremos ir  por la vida arrugando papeles.

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