lunes, 5 de febrero de 2018

CAPERUCITA ROJA “LA VERSIÓN DEL LOBO”

Siempre hemos pensado que el lobo era el malo del cuento. Tan sólo conocíamos la versión de Caperucita y de la abuelita. Tal vez el lobo sea inocente. Escuchemos su versión de la historia. Y luego sí podremos juzgarlo.

El bosque era mi casa. Allí vivía yo y lo cuidaba.

Procuraba tenerlo siempre limpio y arreglado. Un día de sol, mientras estaba recogiendo la basura que habían dejado unos domingueros, oí unos pasos.

De un salto me escondí detrás de un árbol y vi a una chiquilla más bien pequeña que bajaba por el sendero llevando una cestita en la mano.

En seguida sospeché de ella porque vestía de una forma un poco estrafalaria, toda de rojo, con la cabeza cubierta, como si no quisiera ser reconocida.

Naturalmente me paré para ver quién era y le pregunté cómo se llamaba, a dónde iba y cosas por el estilo. Me contó que iba a llevar la comida a su abuelita y me pareció una persona honesta y buena, pero lo cierto es que estaba en mi bosque y resultaba sospechosa con aquella extraña caperuza, así que le advertí, sencillamente, de lo peligroso que era atravesar el bosque sin antes haber pedido permiso y con una vestimenta tan rara.

Después le dejé que se fuera por su camino pero yo me apresuré a ir a ver a su abuelita.

Cuando vi a aquella simpática viejecita le expliqué el problema y ella estuvo de acuerdo en que su nieta necesitaba una lección.

Quedamos en que se quedaría fuera de la casa, pero la verdad es que se escondió debajo de la cama: yo me vestí con sus ropas y me metí dentro.

Cuando llegó la niña la invité a entrar en el dormitorio y ella en seguida dijo algo poco agradable sobre mis grandes orejas. Ya con anterioridad me había dicho otra cosa desagradable, pero hice lo que pude para justificar que mis grandes orejas me permitirían oírla mejor. Quise decirle también que me encantaba escucharla y que quería prestar mucha atención a lo que me decía, pero ella hizo en seguida otro comentario sobre mis ojos saltones.

Podéis imaginar que empecé a sentir cierta antipatía por esta niña que aparentemente era muy buena, pero bien poco simpática. Sin embargo, como ya es costumbre en mí poner la otra mejilla, le dije que mis ojos grandes me servirían para verla mejor.

El insulto siguiente sí que de veras me hirió. Es cierto que tengo grandes problemas con mis dientes que son enormes, pero aquella niña hizo un comentario muy duro refiriéndose a ellos y aunque sé que hubiera tenido que controlarme mejor, salté de la cama y le dije furioso que mis dientes me servían ¡para comérmela mejor!

Ahora, seamos sinceros, todo el mundo sabe que ningún lobo se comería a una niña. Pero aquella loca chiquilla empezó a correr por la casa gritando y yo detrás, intentando calmarla hasta que se abrió de improviso la puerta y apareció un guardabosque con un hacha en la mano. Lo peor es que yo me había quitado ya el vestido de la abuela y en seguida vi que estaba metido en un lío, así que me lancé por una ventana que había abierta y corrí lo más veloz que pude.

Me gustaría decir que así fue el final de todo aquel asunto, pero aquella abuelita nunca contó la verdad de la historia. Poco después empezó a circular la voz de que yo era un tipo malo y antipático y todos empezaron a evitarme.

No sé nada de aquella niña con aquella extravagante caperuza roja, pero después de aquel infortunio ya nunca he vuelto a vivir en paz.

Lief Fehar

Moraleja una misma situación puede tener varias versiones.

martes, 28 de noviembre de 2017

EL GRAN PALACIO DE LA MENTIRA

Todos los duendes se dedicaban a construir dos palacios, el de la verdad y el de la mentira. Los ladrillos del palacio de la verdad se creaban cada vez que un niño decía una verdad, y los duendes de la verdad los utilizaban para hacer su castillo. Lo mismo ocurría en el otro palacio, donde los duendes de la mentira construían un palacio con los ladrillos que se creaban con cada nueva mentira. Ambos palacios eran impresionantes, los mejores del mundo, y los duendes competían duramente porque el suyo fuera el mejor.
Tanto, que los duendes de la mentira, mucho más tramposos y marrulleros, enviaron un grupo de duendes al mundo para conseguir que los niños dijeran más y más mentiras. Y como lo fueron consiguiendo, empezaron a tener muchos más ladrillos, y su palacio se fue haciendo más grande y espectacular. Pero un día, algo raro ocurrió en el palacio de la mentira: uno de los ladrillos se convirtió en una caja de papel. Poco después, otro ladrillo se convirtió en arena, y al rato otro más se hizo de cristal y se rompió. Y así, poco a poco, cada vez que se iban descubriendo las mentiras que habían creado aquellos ladrillos, éstos se transformaban y desaparecían, de modo que el palacio de la mentira se fue haciendo más y más débil, perdiendo más y más ladrillos, hasta que finalmente se desmoronó.
Y todos, incluidos los duendes mentirosos, comprendieron que no se pueden utilizar las mentiras para nada, porque nunca son lo que parecen y no se sabe en qué se convertirán.

MORALEJA:

No puede hacerse nada utilizando la mentira, porque antes o después se descubre la verdad y todo se desmorona. 

miércoles, 25 de octubre de 2017

UN PROBLEMA ES UN PROBLEMA

El Gran Maestro y el Guardián se dividían la administración de un monasterio Zen. Cierto día, el Guardián murió y fue preciso substituirlo.
El Gran Maestro reunió a todos los discípulos para escoger quién tendría la honra de trabajar directamente a su lado.
 Voy a presentarles un problema dijo el Gran Maestro y aquél que lo resuelva primero, será el nuevo guardián del Templo.
Terminado su corto discurso, colocó un banquito en el centro de la sala.
Encima estaba un florero de porcelana seguramente carísimo, con una rosa roja que lo decoraba.
 Éste es el problema dice el Gran Maestro resuélvanlo.
Los discípulos contemplaron perplejos el "problema", por lo que veían los diseños sofisticados y raros de la porcelana, la frescura y la elegancia de la flor.
¿Qué representaba aquello?
¿Qué hacer?
¿Cuál sería el enigma?
Pasó el tiempo sin que nadie acertase a hacer nada salvo contemplar el "problema", hasta que uno de los discípulos se levantó, miró al maestro y a los alumnos, caminó resolutamente hasta el florero y lo tiró al suelo, destruyéndolo.
¡Al fin alguien que lo hizo!  Exclamó el Gran Maestro, usted es el nuevo guardián.
Al volver a su lugar el alumno, el Gran Maestro explicó:
 Yo fui bien claro: dije que ustedes estaban delante de un "problema". No importa cuán bello y fascinante sea un problema, tiene que ser eliminado.
Un problema es un problema; puede ser un florero de porcelana muy caro, un lindo amor que ya no tiene sentido, un camino que precisa ser abandonado, por más que insistimos en recorrerlo porque nos trae confort... "Solo existe una manera de lidiar con un problema": atacándolo de frente. En esas horas, no se puede tener piedad, ni ser tentado por el lado fascinante que cualquier conflicto acarrea consigo.
 Recuerda que un problema, es un problema. No tiene caso tratar de "acomodarlo" y darle vueltas, si al fin y al cabo ya no es otra cosa más que

                                                       

                                                         "UN PROBLEMA".

sábado, 7 de octubre de 2017

EL PAPEL ARRUGADO

Cuentan que un niño, tenía un  carácter impulsivo que le  hacía estallar en cólera a la menor provocación.
 Cuando se le pasaba, casi siempre se sentía avergonzado y luchaba por pedir excusas a quien había ofendido.
Un día su maestro, que lo vio dando justificaciones después de una explosión de ira a uno de sus compañeros de clase, lo llevó al aula, le entregó una hoja de papel lisa y le dijo:
¡Arrúgalo! El muchacho, no sin cierta sorpresa, obedeció e hizo con el papel una bolita.
Ahora  volvió a decirle el maestro  déjalo como estaba antes.
Por supuesto que no pudo dejarlo como estaba. Por más que trataba, el papel siempre permanecía lleno de pliegues y de arrugas.
Entonces el maestro terminó diciendo:
El corazón de las personas es como ese papel. La huella que dejas con tu ofensa será tan difícil de borrar como esas arrugas y esos pliegues.
Así aprendió a ser más comprensivo y más paciente, recordando, cuando está a punto de estallar, el ejemplo del papel arrugado.
 Reflexión:
Esta leyenda pone de manifestación la importancia de controlar la ira, saber gestionar nuestras emociones y expresar nuestro desacuerdo y enfado con asertividad.
No se trata de no enfadarse; sino de saber gestionarlo, y de saber expresar nuestro malestar, disconformidad o enfado sin atacar al otro, siempre desde el respeto, no recurrir nunca a la violencia pues es perjudicial tanto para los demás como para nosotros mismos.
 Es importante saber gestionar las frustraciones o nuestro enfado sin perder los papeles.
Ser sincero o expresar nuestras emociones no justifica  hacerlo de cualquier modo, es importante fomentar la paciencia, control de nuestras emociones y comunicación asertiva con los demás.

El respeto ha de ser un valor fundamental en nuestra vida: gracias al respeto nos evitaremos ir  por la vida arrugando papeles.

lunes, 18 de septiembre de 2017

Valorar a las personas por los Aciertos.

En la sala no faltaron burlas porque el profesor se había equivocado  ( 9x10 = 91)*, ya que la respuesta correcta es 90...

Todo el mundo se rió de él.

Entonces esperó a todos callarse, y sólo después dijo:

Así es como eres visto en el mundo...

Me equivoqué a propósito para mostrarles cómo el mundo se comporta ante algún error tuyo.

NADIE te felicitó por haber acertado nueve veces, NADIE te vio haciendo lo correcto y te elogió por eso. No! Pero TODO MUNDO te ridiculizó, condenó, humilló y se burló de ti porque te equivocaste sólo una VEZ

Así es la vida!

Debemos aprender a valorar a las personas por los aciertos.

Hay personas que hacen lo correcto mucho más de lo que se equivocan, y acaban siendo juzgadas por un sólo error, y no son valoradas por los otros NUEVE aciertos.

Esto sirve para todos nosotros.
Más elogios y menos críticas.
Más amor y cariño y menos odio y crueldad.

Aprendamos a valorarnos unos a otros en vez de destruirnos unos a otros.

jueves, 31 de agosto de 2017

¡PREPARADOS PARA SUPERAR EL ESTRÉS POSTVACACIONAL!

Se calcula que un 30-35% de los trabajadores sufre o va a sufrir un síndrome o depresión postvacacional .
Volver  a la rutina después del periodo  vacacional nos puede generar una reacción emocional de mayor o menor intensidad. En el periodo vacacional  se dan lugar varios factores que nos  hacen más complicado volver a nuestras rutinas diarias.

Entre estos factores encontramos,
- Disponemos de más horas de sueño, descanso y realización de actividades ociosas
- Podemos realizar actividades deportivas y en la naturaleza
- Damos prioridad a las  de actividades que nos gustan, aparcando aquellas que nos resultan negativas.
- Desconectamos del trabajo.
- Las vacaciones suponen en muchas ocasiones una vía de escape y liberación de situaciones especialmente complicadas, que si se desarrollan en el trabajo.

La vuelta a la rutina  suele venir acompañada de emociones y síntomas físicos como tristeza, ansiedad, llanto, dolor de cabeza, estrés, preocupación, cansancio generalizado, desanimo, problemas para conciliar el sueño, o falta de concentración. Es importante detectar si la intensidad de estos síntomas es muy alta o la duración se extiende más de lo normal, ya que puede desencadenar otro tipo problemas tales como  ansiedad, depresión o enfermedades físicas cuando se mantienen en el tiempo.

Hay una serie de factores que facilitan sufrir este tipo de alteración:

Tener un alto nivel de ansiedad en nuestra vida normal puede facilitar que la vuelta a la rutina sea especialmente dura.  
Volver a una situación problemática a la que no hemos sabido encontrar una solución, y que nos afecta a nivel emocional de manera intensa., suponen un reto difícil de mantener.
Estar inmerso en un exceso de tareas, y responsabilidades. .
No haber aprendido a mejorar nuestra gestión emocional. .
Escaso autoconocimiento de uno mismo. 
Carecer de un objetivo vital que nos motive y nos incentive.  

Todo y que no hay recetas mágicas podemos realizar una serie de acciones para minimizar este estrés postvacacional,
Planificar el regreso con tiempo. No se debe cometer el error de volver de vacaciones el día de antes. Es recomendable incorporarse al trabajo, al menos, un par de días después de regresar de viaje para que dé tiempo a retomar rutinas.

Trata de recuperar tus hábitos cotidianos para que tu cuerpo comience a regular su ritmo. Evita sobrecargarte de responsabilidades los primeros días.

 Ten hábitos de sueño adecuados; duerme más horas y acuéstate más temprano.

 No esperes rendir como lo haces habitualmente. Puede resultar difícil, pero debes trabajar paulatinamente y asumiendo tareas de forma progresiva. Organízate lo más que puedas durante estos días.

  Haz que tu vida cotidiana te haga feliz; las vacaciones no son los únicos días en lo que puedes descansar. Durante la semana encuentra momentos en los que puedas hacer tus actividades favoritas.

 Organiza salidas los fines de semana o puentes. El simple hecho de salir de la ciudad te revitaliza.


 Ten una actitud positiva, la forma en cómo veas las cosas te ayudará a afrontarlas mejor.